Todos somos conscientes de que el mundo está cambiando pero… ¿hasta qué punto? Esta transformación afecta a todos los aspectos de nuestra vida, incluido el laboral. Y es que, en los últimos años, los modelos de trabajo han evolucionado notablemente. Y ante nuevas necesidades, surgen soluciones como los espacios de trabajo compartidos. Sin embargo, como es habitual, existe un período de adaptación en el que el debate está encima de la mesa: coworking vs oficina tradicional.
Los coworking o espacios de trabajo flexibles ofrecen a las empresas un ecosistema colaborativo, flexible e innovador en el que desarrollar su actividad tal y como necesitan. Estos espacios, en su corto espacio de vida, han ido evolucionando para convertirse en la solución que se adapta a las necesidades de todo tipo de profesionales y empresas: disponen de puestos de coworking para autónomos, despachos para equipos pequeños y hasta oficinas corporativas para grandes empresas que buscan un espacio más personal. Y a todo esto se le suman servicios adicionales como seguridad, limpieza, secretaría…
Los espacios de oficinas coworking se han sofisticado y ya no son, exclusivamente, amplias praderas donde cada persona se sienta en mesas compartidas. Ahora son centros de negocios especializados y preparados para albergar todo tipo de empresas con oficinas y despachos ad hoc.
¿Qué ocurre, mientras tanto, con las oficinas tradicionales? Para muchos ya es un concepto obsoleto y en vías de extinción, ya que no pueden competir con las ventajas de un coworking.
Diferencias entre un coworking y una oficina tradicional
Para entender mejor la gran distancia que separa el mundo del coworking y el de la oficina tradicional, hemos querido recopilar 6 grandes diferencias:
1. Flexibilidad y personalización
La flexibilidad de un coworking no tiene nada que ver con la de una oficina tradicional. En un coworking puedes adaptar el espacio a tus necesidades, añadir o quitar puestos de trabajo, cambiar la decoración, disponer de salas de reuniones siempre que las necesites… En cambio, en una oficina tradicional, en el momento en el que se te quede pequeña (o grande) tienes que mudarte con todo lo que eso implica.
2. Ahorro económico
Otras de las grandes diferencias entre un coworking y una oficina es el ahorro de dinero. En un espacio de trabajo compartido solo pagas por aquello que necesites y utilices, nada más. Dentro de la cuota tendrás incluidos todos los servicios básicos que necesitas y lo recibirás todo en una única factura mensual.
Invertir en una oficina tradicional y propia supone un riesgo importante; sobre todo cuando nadie te garantiza que tu negocio vaya a ir viento en popa (especialmente el principio). Además, esto conlleva gastos asociados de suministros y en personal que se encargue de la gestión, limpieza, mantenimiento…
3. Foco en lo realmente importante
Lo primero es lo primero y, para ti, lo más importante es tu negocio. Un espacio de trabajo compartido te permite centrarte exclusivamente en tu actividad y dar lo mejor de ti mismo para alcanzar tus objetivos.
En una oficina tradicional, a no ser que cuentes con personal dedicado a ello (lo que supone un coste extra), te tocará preocuparte de cosas como comprar café, pagar el recibo de la luz, arreglar ordenadores, etc.
Todas estas tareas, que te roban una gran cantidad de tiempo al día, desaparecen cuando trabajas en un coworking, ya que cuentas con un equipo de expertos que se encargan de estas tareas colaterales. Y tú, mientras tanto, puedes centrarte en la tarea principal, hacer crecer tu negocio.
4. Localizaciones exclusivas
Como decíamos más arriba, contar con una oficina tradicional propia supone una gran inversión de dinero si, sobre todo, queremos asentarnos en las mejores localizaciones de una ciudad. En las áreas de negocio de las principales ciudades, el metro cuadrado tiene un alto coste y una alta demanda. En un coworking, en cambio, tendrás acceso a localizaciones exclusivas por mucho menos dinero.
¿Por qué esto es importante? Estar en el centro no solo será positivo para la imagen de tu negocio, sino que además te ayudará a atraer y retener talento.
5. Sinergias y acuerdos
Si por algo se caracterizan y se diferencian un coworking de una oficina tradicional es por su ecosistema. Los espacios compartidos son núcleos de inspiración, innovación, talento y contactos. Trabajar rodeado de otros profesionales de diferentes áreas no solo te ayudará a estar al día de lo que ocurre en otros mercados, sino que además te ofrece la posibilidad de construir sinergias e, incluso, captar nuevos clientes.
Las relaciones y los vínculos que se construyen en un coworking, donde a pesar de contar con tu espacio propio también compartes zonas comunes con otras personas, no tienen comparación con las de una oficina tradicional. En esta última, probablemente, solo conozcas a tus compañeros de edificio al coincidir con ellos en el ascensor y nada más.
6. Servicios adicionales
Los espacios de trabajo tratan de ofrecer a las empresas todo el abanico de servicios que puedan necesitar en su día a día. Los básicos están incluidos en la tarifa, como la limpieza, el wifi o la seguridad, pero también es posible acceder a servicios adicionales como catering, reprografía o mensajería con una simple llamada de teléfono. En una oficina tradicional, en cambio, tendrás que encargarte de buscar proveedores, pedir presupuesto y hacer tú mismo toda la gestión.
Por lo tanto, como ves, en el debate coworking vs oficina, los nuevos espacios de trabajo salen ganando. Estos se adaptan a las necesidades actuales de las empresas y ofrecen toda una serie de ventajas que no podemos encontrar en el modelo tradicional.
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