La transformación digital y la era tecnológica en la que vivimos están perfilando nuevos entornos y dinámicas laborales. Ciertos estándares que se daban por sentado, como los horarios o las jerarquías, se diluyen dejando paso a una flexibilidad que lo inunda todo. En este contexto, surgen conceptos como el trabajo líquido.
¿Qué es el trabajo líquido?
El trabajo líquido es un concepto que nace para definir las relaciones laborales que imperan en la época actual. Explica una realidad en la que las personas se relacionan con su profesión, sus empleadores y sus compañeros desde un punto de vista diferente. Los ciclos son más rápidos, la movilidad está a la orden del día y la búsqueda de la flexibilidad se convierte en una máxima.
Al mismo tiempo, en este nuevo paradigma, lo importante es el valor diferencial de cada individuo con su experiencia, conocimientos y habilidades sin importar el tipo de relación contractual que adquiere con la empresa. Así pues, el trabajador puede estar hoy en la oficina de un cliente y mañana en su casa con otro proyecto diferente. Lo que prima, al final, es la adaptabilidad y el fluir junto a un mercado laboral cambiante.
Este escenario es totalmente opuesto al que vivían cada día los trabajadores la era industrial. Por aquel entonces los horarios eran fijos, las jerarquías estaban bien definidas y un empleado podía permanecer toda su vida en la misma empresa. Era una época de trabajo sólido, poco cambiante y rígido.
El paso de un modelo a otro viene impulsado por la revolución digital y las nuevas tecnologías que han instaurado una dinámica de cambio continuo. Ya en el año 1999 el sociólogo Zygmunt Bauman habla por primera vez del concepto líquido para referirse a una sociedad cambiante. Por tanto, en los últimos años, hemos asistido al nacimiento del teletrabajo, la contracción online, los freelance y muchas pequeñas empresas acceden a los mercados internacionales sin moverse de su ciudad. En este contexto surge el trabajo líquido que incita a los empleados a dejar atrás viejas costumbres y a crear una marca propia, reinventarse y adaptarse a los nuevos tiempos.
¿En qué consiste el trabajo líquido?
Los principales rasgos del empleo líquido, que definen este nuevo entorno en que nos encontramos, son los siguientes:
- La oficina “viaja” con el empleado allá a donde vaya este. Es decir, no existe la obligación de acudir siempre al lugar de trabajo sino que las personas pueden desempeñar sus labores desde cualquier sitio.
- Los horarios no son estrictos, lo importante es lograr objetivos. La flexibilidad en este sentido facilita la conciliación y promueve la motivación de los empleados.
- Las estructuras de jerarquía verticales desaparecen a favor de la horizontalidad. Los jefes dejan de serlo para convertirse en líderes y dar voz a todos los miembros del equipo por igual.
- Los empleados son menos fieles a las empresas y cambian de trabajo cuando encuentran una empresa que valora su talento. Se calcula que un profesional podrá cambiar once veces de trabajo durante toda su vida laboral.
- La tecnología está a la orden del día para facilitar la movilidad, la interacción y la colaboración. Aspectos como el teletrabajo son posibles gracias a esto.
Trabajo líquido y espacios flexibles
En este contexto, los espacios de trabajo líquidos o flexibles tienen más sentido que nunca. Estos se adaptan también al nuevo mercado laboral permitiendo que las empresas ajusten sus oficinas a las necesidades de cada momento.
Las oficinas flexibles se encuentran dentro de centros de negocios de última generación en las que el usuario sólo paga por lo que utiliza, configura el espacio en función de sus necesidades en cada momento y tiene a tu alcance todos los servicios que puede necesitar en su día a día: desde puestos de coworking hasta salas de reuniones o eventos.
Las flex offices son, por lo tanto, un lienzo en blanco para que las empresas que ponen en práctica el trabajo líquido pueda trasladar esta filosofía también a su espacio de trabajo. Con este modelo disponen de unas oficinas listas para empezar a trabajar desde el primer momento y adaptadas a sus necesidades. Las empresas no tienen que preocuparse de contratas suministros, servicios de mantenimiento, etc.
En un entorno volátil y cambiante es imprescindible adaptarse a los cambios. Los espacios flexibles evolucionan al mismo tiempo que lo hacen los negocios y así los trabajadores dejan de estar limitados por el espacio y el tiempo. El trabajo líquido y las flex offices son la combinación perfecta para abordar los desafíos del presente y del futuro.
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